La nueva economía del propósito ¿en qué hemos avanzado?

CONSTANZA NIETO

19 agosto 2020

5 min. lectura

Artículos
El 19 de agosto de 2020 se cumple un año desde que la Business Roundtable (BRT), uno de los lobbies empresariales más importantes de Estados Unidos, emitiera un contundente comunicado sobre la revisión de su propósito que generó revuelo a nivel internacional…

La BRT pedía el pasado año compromiso empresarial para liderar sus compañías en beneficio de todos los grupos de interés (y no solo los accionistas), es decir integrando  en su propósito a clientes, empleados, proveedores y comunidades Esta declaración, significó un punto de inflexión importante a nivel del discurso, no obstante un año después hay muchas dudas sobre los cambios reales que ha significado en las empresas que forman parte de esta entidad.

¿Cómo hemos avanzado durante el último año? ¿Qué ha cambiado? Echamos un vistazo a la evolución de los objetivos y retos que se nos plantean en un contexto incierto tras la crisis de la pandemia y analizamos algunas ideas clave para este tiempo de transición hacia nuevos modelos de empresa con impacto.

La idea predominante en las ciencias económicas se ha basado en que el propósito último de una empresa es «maximizar el valor para los accionistas». Esta creencia, que destacaba la BRT en 1997 refleja la influencia de las ideas de uno de los economistas más importantes de finales de siglo XX, Milton Friedman. Este firme defensor del capitalismo de libre mercado, popularizó en la década de 1970 su artículo titulado La Responsabilidad Social de las Compañías es Aumentar sus Beneficios.

Veintitrés años después, 181 líderes de las compañías más grandes del mundo se retractan de esta visión y reconocen su papel en el desarrollo social y ambiental. Sin embargo, y como contaban recientemente desde el movimiento B Corp, ninguna de esas empresas firmantes ha hecho un cambio en su marco legal o en sus tipos de gobernanza, lo que supone un indicio del poco  «sacrificio de la riqueza de los accionistas para el bienestar de los stakeholders».

A ello hay que sumarle una crisis global sin precedentes a nivel mundial, derivada de la COVID-19. Este contexto evidencia más que nunca la necesidad de reinventar el modelo actual de capitalismo. Pero si queremos replantear los desafíos económicos, no debemos volver a caer en la premisa de buscar la ganancia únicamente para los accionistas. Esta forma de actuar volvería a perpetuar el beneficio de unos pocos en detrimento del colectivo y, por supuesto, también del planeta.

propósitoEl caricaturista del New Yorker Tom Toro ha plasmado en multitud de viñetas sarcásticas la necesidad de un cambio de modelo. Fuente: © Tom Toro. Imagen extraída de rapidshift.net

Si en crisis anteriores el sector privado ha preferido poner el foco en aumentar o mantener su cuenta de resultados, en esta ocasión será diferente. Observamos como las empresas han demostrado un importante compromiso en los meses más duros de la pandemia. Ahora, para paliar sus consecuencias sociales y económicas, la ciudadanía espera que el sector privado sea capaz de responder a sus necesidades.

A pesar de las dificultades a las que nos enfrentaremos en los próximos meses, las compañías tienen la oportunidad de reflexionar y redefinir su lugar en el mundo y responder ante la sociedad desde la empatía, el propósito y la creación de valor compartido.

Una perspectiva para el compromiso real

¿Cómo conciliar la creación de valor económico, social y ambiental? Durante los últimos años, se han presenciado ejemplos concretos positivos en este sentido. Uno de ellos es la creación del movimiento BCorp, las Benefit Corporation, un nuevo tipo de empresa enfocada en generar impacto positivo y generar soluciones para el mundo, . Esta nueva forma de hacer empresa cuenta con un marco legal que diferencia a este tipo de sociedades de beneficio colectivo en países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania o Colombia, entre otros.

Esto nos enseña que la creación de empresas con propósito puede ser algo más que papel mojado. Grandes compañías como Patagonia, Lemonade o Amalgamated Bank ya cuentan con este estatus legal. Otra gran multinacional, Danone, ha anunciado recientemente que se convertirá en la primera Enterprise à mission, el marco legal definido en Francia en 2019 para este tipo de compañías.

Se trata de empresas que creen en la construcción de una economía que equilibre el propósito y las ganancias de las empresas, que tenga en cuenta el impacto que generan sus decisiones en los trabajadores, comunidad, clientes y medioambiente. En definitiva, la visión última de este tipo de economía -también conocida como Economía B– es que «un día no haya Economía B, sólo una economía global que alinee sus actividades hacia el logro de un propósito común».

Inversión responsable para impulsar una nueva economía

Un factor que está generando  demanda sobre esta nueva forma de entender las empresas y los negocios viene de parte de los grandes inversores. En los últimos tiempos hemos observado la insistencia de gigantes como BlackRock que pueden ser determinantes para la regeneración de una economía más inclusiva, sostenible y resiliente.

De hecho, hace unas semanas conocíamos la noticia de que precisamente BlackRock, el mayor fondo de inversión mundial, ha votado en contra de la reelección de consejeros o ciertas políticas retributivas de 53 grandes empresas a nivel mundial por no contar con políticas sostenibles a largo plazo frente al riesgo climático y está vigilando de cerca a otras 191 compañías por  considerar que no están avanzando lo suficiente en este ámbito.

Un año después del compromiso de la Business Roundtable, es importante recordar que existen las herramientas para hacer del propósito un activo transversal y estratégico en las decisiones empresariales. Únicamente es necesario que propósito y creación de valor pasen de estar en el discurso de los líderes a sus acciones diarias y la estrategia a largo plazo.

Desde CANVAS Estrategias Sostenibles creemos que esta nueva realidad necesita de empresas responsables y transformadoras más que nunca, que generen los cambios necesarios en su gobernanza y en la toma de decisiones de cada día pensando en los retos sociales y ambientales que debemos afrontar todos en las próximas décadas. Porque todos formamos parte y estamos interconectados. Es inteligencia social, es sostenibilidad y es el único camino para un futuro compartido.

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CONSTANZA NIETO
Directora de Proyectos

Directora de proyectos de sostenibilidad y comunicación. Lidera, coordina y desarrolla proyectos de consultoría y formación, impulsando la creación de...

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