Capital natural: por qué empieza a importar en las empresas

CATALINA GAY

1 julio 2025

3 min. lectura

Artículos

La naturaleza no es solo paisaje. Es un sistema de soporte vital que sostiene nuestras economías. Desde el agua y los suelos fértiles hasta funciones menos visibles como la polinización o la regulación del clima, dependemos del capital natural más de lo que solemos admitir.

El capital natural es el conjunto de activos naturales —suelo, aire, agua, biodiversidad— que proveen los servicios ecosistémicos de los que depende nuestra sociedad: alimentos, materias primas, salud, energía y estabilidad climática, entre otros. Y muchos de estos servicios —como la polinización o la regulación climática— son directamente insustituibles.

En los últimos años, el capital natural ha empezado a emerger como un concepto clave en la conversación empresarial global. Así como el cambio climático escaló en la agenda corporativa durante la última década, hoy es la relación con la naturaleza —los ecosistemas, la biodiversidad, los servicios que nos prestan— la que comienza a ocupar un lugar estratégico dentro de la sostenibilidad, gestión de riesgos y toma de decisiones financieras.

Una señal clara de este giro global es el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, adoptado en diciembre de 2022 en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica de Naciones Unidas. Este acuerdo establece 23 metas para 2030, incluyendo una específica —la Meta 15— que insta a las grandes empresas e instituciones financieras a evaluar, reducir y comunicar sus impactos y dependencias sobre la biodiversidad. Es la primera vez que un marco multilateral de esta escala incorpora obligaciones explícitas para el sector empresarial en relación con la naturaleza.

En paralelo, el Foro Económico Mundial advierte que cinco de los diez riesgos globales más severos para los próximos diez años derivan de la degradación ambiental. La escasez de recursos, el colapso de los ecosistemas y eventos extremos están en las primeras páginas de sus informes. Para las empresas, esto representa una amenaza directa: cadenas de suministro más frágiles, mayores costos operativos y un ecosistema normativo y financiero más exigente.

De hecho, los inversionistas ya están tomando posiciones: MSCI estima que solo en 2024 y 2025 se destinarán más de 6 000 millones de dólares anuales a proyectos de restauración y conservación, lo cual refleja una creciente exigencia de integrar impactos naturales en modelos de negocio.

Frente a este panorama, varios marcos normativos emergen como herramientas estratégicas. El Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD) ofrece un marco para identificar, gestionar y reportar riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza, mientras que el Science Based Targets Network (SBTN) propone objetivos científicos para restaurar ecosistemas. Ambos ayudan a alinear operaciones e inversiones con la realidad natural y financiera.

Implementarlos no es solo cuestión de cumplimiento: representa una oportunidad para innovar productos, optimizar economías circulares, fortalecer la reputación corporativa y acceder a capital sustentable. Integrar el capital natural, apoyado en datos y exigencias regulatorias claras, se convierte en una palanca de resiliencia y competitividad.

Cuidar la naturaleza no es solo una cuestión ética o ambiental. Es una decisión empresarial inteligente. En un mundo interdependiente, donde lo ecológico y lo económico ya no pueden gestionarse por separado, comprender y proteger el capital natural es parte de liderar con responsabilidad. Las empresas que sepan escuchar los límites del planeta, actuar con base científica y colaborar con sus ecosistemas —naturales y sociales— no solo estarán mejor preparadas para mitigar riesgos. También estarán en posición de crear valor real, duradero y con impacto compartido.

La naturaleza nos sostiene. ¿Seremos capaces las organizaciones de sostener también a la naturaleza desde el cuidado y el respeto?

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CATALINA GAY
Consultora en Sostenibilidad & ESG

Catalina Gay trabaja en proyectos orientados a analizar la doble materialidad, identificar riesgos y oportunidades, y promover la transformación sostenible...

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